Un monoplaza de Fórmula 1 cuenta con multitud de sensores y sistemas de medición, como los tubos de Pitot. Permiten conocer el entorno por el que circula el vehículo y realizar las correspondientes modificaciones sobre él para obtener un menor tiempo por vuelta.

Un sistema de uso muy extendido es el tubo de Pitot, una pieza metálica con forma de L que permite conocer la velocidad del aire.

Además de la alta competición, también es útil en aviación. En este caso, suelen estar montados en el borde de ataque o debajo del ala, aunque en ciertos aviones están situados en el morro o en el estabilizador vertical. Esta localización no está seleccionada al azar, ya que está pensada para evitar las perturbaciones o turbulencias causadas por el movimiento del aeroplano en el aire.

Volviendo al asfalto, los tubos de pitot se sitúan sobre el morro delantero y permite saber cuánto aire hay disponible para generar carga y así poder variar los ángulos de ataque de los alerones.

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El sensor que siempre se utiliza en la nariz del coche se ve afectado sensiblemente por los flujos de aire que recorren el coche. Para lograr una medida mucho más precisa en los test, se monta más alto para alejarlo de las turbulencias que crea el monoplaza. En ocasiones se ha visto situado en un mástil sobre el arco de antivuelco o cerca del alerón trasero

¿Cómo funciona?

Su principio es francamente sencillo: se basa en medidas de presión para obtener el valor de la velocidad del fluido. Como su propio nombre indica se trata de un tubo con líquido en su interior, mercurio generalmente, que consta de dos aperturas, en su parte frontal y superior.

Cuando el fluido, en este caso el aire, interacciona con el orificio frontal, empuja al líquido interior, que se reequilibra, mientras la dirección del aire sigue el contorno exterior del tubo Pitot hasta llegar al orificio superior.

Al moverse en el interior, existirá una diferencia de altura en el conducto curvo. Además, para los cálculos ingenieriles, también es útil conocer que la velocidad del fluido en el primer orificio es nula mientras que en el segundo se desconoce inicialmente.

Los cálculos teóricos basados en la ecuación de Bernoulli permiten hallar este valor que resulta útil tanto en la alta competición como en aviación.

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Esta ecuación o principio de Bernoulli fue expuesta por primera vez por Daniel Bernoulli en su obra Hydrodynamica. El neerlandés fue un matemático, estadístico, físico y médico suizo que destacó en estadística y probabilidad, haciendo importantes contribuciones en hidrodinámica y elasticidad.