En su breve trayectoria en la Formula 1, Kamui Kobayashi fue un piloto que destacó por su pilotaje desde su debut. Llamado a ser el piloto ganador que tanto se buscaba en Japón, nunca llegó a estar en posición de ganar, pero dejó actuaciones memorables antes de triunfar en la resistencia.
2009 fue, probablemente, uno de los años más anodinos en la historia reciente de la Formula 1. Fue una temporada de transición, en la que se introdujo un nuevo reglamento técnico que simplificó en gran medida la aerodinámica de los monoplazas. Fue un año en el que, tras apenas media temporada, era evidente quién iba a ser campeón, y en el que se recuerdan pocas carreras emocionantes.
Sin embargo, fue también una temporada con varios momentos para el recuerdo. La historia de Brawn GP y de cómo dominó en su primera y última temporada es única, y cuesta imaginar que algo así pueda repetirse hoy en día. Fue también el año en el que se destapó el crashgate, uno de los mayores escándalos de la Formula 1; y el año en el que Bernie Ecclestone quiso introducir un sistema de medallas en el que el piloto con más victorias sería campeón (afortunadamente, la idea no prosperó).
También fue un año de debuts interesantes: nombres como Sébastien Buemi, Jaime Alguersuari o Romain Grosjean fueron vistos por primera vez en el Gran Circo en 2009. Nuestro piloto de hoy es uno de esos debutantes. Su llegada se produjo a dos carreras del desenlace de la temporada, cuando las miradas estaban ya puestas en un 2010 que sería muy diferente. Sin embargo, Kamui Kobayashi logró por méritos propios que su breve participación en la temporada 2009 no fuese puramente testimonial.
Todo comenzó en la ronda anterior, en el GP de Japón. El sábado, durante la Q2, Timo Glock, en aquel entonces piloto de Toyota, sufrió un fuerte accidente en la última curva. El alemán sufrió lesiones en las piernas y en una vértebra, lo que le obligó a perderse lo que restaba de temporada. Sin tiempo para reemplazar a Glock en Suzuka, Toyota tuvo que esperar a la siguiente ronda para subir a su piloto de pruebas.
Así, el GP de Brasil fue el debut de Kobayashi, que en aquel entonces tenía 23 años y había sido campeón de la GP2 Asia Series a pesar de no llegar a destacar en la GP2 ‘Internacional’. Kobayashi era entonces un nuevo intento de Japón para triunfar en la Formula 1, después de que Kazuki Nakajima no llegase a rendir y se encontrase ya en el final de su carrera en la máxima categoría.
Esa primera carrera, la de Brasil, es uno de los motivos por los que Kobayashi es ‘El piloto que me hizo soñar’. Ver debutar a un piloto con tal explosividad fue algo memorable. Kamui se tomó su sustitución en serio, y se dejó ver como pocos pilotos hacen en su primera carrera. Sin duda, el momento en el que luchó de tú a tú con un Jenson Button que estaba a punto de ser campeón del mundo; fue algo que evidenció que Kobayashi no iba a ser uno más.
La temporada acabó en Abu Dabi y Kobayashi logró sus primeros puntos allí. El japonés había impresionado, y todo indicaba que Toyota contaría con él para el próximo año. Pocos contaban, no obstante, con que Toyota abandonaría la Formula 1. Tras meses de incertidumbre en torno a su futuro, Kobayashi acabó firmando por un reestructurado equipo Sauber.
Allí, Kobayashi siguió mostrando esa agresividad y descaro que se vieron en su estreno. El japonés superó a su veterano compañero, Pedro De La Rosa, así como a Nick Heidfeld, que sustituyó al español en las últimas carreras. Todos los pilotos, sin embargo, fueron asolados por incontables problemas de fiabilidad.
Este fue el primero de tres años en Sauber en los que Kobayashi se estableció como un piloto fuerte en la zona media, pero al que quizás le faltaba algo para aspirar a fichar por un equipo ganador. Era un tanto inconstante, pero cuando mostraba su mejor versión era capaz de sorprender con un pilotaje espectacular. En la memoria quedarán grandes actuaciones como las realizadas en Europa 2010, Mónaco y Canadá 2011 y, sobre todo, Japón 2012, donde consiguió, ante su afición, su único podio en la categoría.
En 2013 se quedó sin asiento en la Formula 1 y disputó el WEC con Ferrari en la categoría GTE Pro. Contra pronóstico, regresó a la parrilla en 2014, sin embargo, aquella temporada en un desastroso y económicamente inestable equipo Caterham no fue más que un epílogo gris en su historia en la Formula 1.
Fue a partir de aquel año cuando finalmente redirigió su carrera. Desde 2015 disputa la Super Formula, principal campeonato japonés de monoplazas, y el WEC con Toyota en LMP1. En el certamen nipón completó su mejor temporada el pasado 2019 al ser sexto, mientras que en la resistencia ha sumado cinco victorias, tres podios en Le Mans y un subcampeonato. También es, a la espera de que se reanude la acción, el actual líder del mundial. Sus mayores logros en la resistencia, no obstante, son las victorias obtenidas en las dos últimas de las 24H de Daytona.
En definitiva, es muy posible que Kamui Kobayashi no estuviese destinado a triunfar en la Formula 1, que no tuviese lo necesario para hacerlo. Muchos lo considerarán uno más entre los pilotos que rondaron la zona media en los últimos años de la era V8. Sin embargo, fue y es un piloto que, personalmente, impresionó desde su debut. Por aquella actuación en su primera carrera en Brasil, por su desparpajo en pista, por sus resultados con coches mediocres y por aquel podio en Suzuka, Kamui Kobayashi es el piloto que me hizo soñar.
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