Ferrari llega a mil carreras en la parte baja del vaivén de su historia. Períodos de dominación, seguidos de crisis, han caracterizado su trayectoria en la Fórmula 1. Mugello volverá a ser un fin de semana gris.

No ha podido tener más mala suerte Ferrari en éste 2020. Justo el año en el que llegan al millar de Grandes Premios en la Fórmula 1, celebrando el hecho en Mugello (circuito además de su propiedad), cuentan con uno de los peores coches en cuanto a rendimiento de su historia. No me voy a detener en la polémica de si será el Gran Premio de la Toscana el verdadero evento número mil del Cavallino en el Gran Circo, ya que lo que da de comer, los resultados, es infinitamente más importante.

Lo primero que hay que conocer sobre Ferrari para entender el pulso de su situación, es, Schumacher dominó la F1precisamente, su historia. No es raro encontrarnos con épocas de dominación, o al menos de resultados que le permitan luchar por campeonatos, seguidos de crisis devastadoras en Maranello. Mi generación tiene grabado a fuego los cinco campeonatos de Schumacher, sin contestación, que sin ir más lejos, nos dejaron un 2005 en el que no estuvieron a la altura. Desde 2006 hasta 2008 volvieron a ser competitivos, para volver al desastre en 2009.

Más recientemente, al inicio de la era híbrida, nos encontramos con una Ferrari que en 2014 tampoco funcionaba. Es cierto que el equipo liderado por Alonso no venía de un gran 2013, pero el subcampeonato del asturiano contrastó con su sexto puesto en la primera temporada de dominación absoluta de Mercedes. Al español le intercalaron buenos coches (2010 y 2012) con otros no tan competitivos (2011 y 2013), en el lustro previo a un cambio de reglamento revolucionario, que aún nos deja triunfos de la marca alemana cada fin de semana.

Jean Todt
Jean Todt abraza a Michael Schumacher en el podio – F1.com

A principios de los años 90 vivimos algo similar. Ferrari llevaba sin ganar desde el título de Jody Scheckter (1979), y en 1990 con el 641 conducido por Mansell y Prost, se quedaron a tan solo 2 puntos de la gloria que tocaría, en el último suspiro, Ayrton Senna. El hundimiento llegó un año después, con la imposibilidad de pelear el título, y con Prost despedido tras unas polémicas declaraciones sobre la competitividad de su coche. Pecado capital en Ferrari. La reconstrucción le costaría a los italianos muchos años de trabajo, la llegada de Todt en el 93, y con el desembarco de la plana mayor de Benetton (Schumacher, Byrne y Brawn) en 1996.

Los tiffosi no son extraños a los vaivenes en Maranello, y caminan al lado de la Scuderia con la misma pasión que ellos en idas y venidas de la historia. Las feroces críticas en la prensa y la exigencia de la afición para con los hombres de rojo es sinónimo de la importancia de los asuntos ferraristas, no solo en Italia, si no en el mundo. En el país transalpino es poco menos que cuestión de estado. Eso sí, de los períodos dubitativos hay que salir con decisión, ya que tal y como hemos visto con la amarga despedida de Williams, éste deporte hace tiempo que no vive de mitos y leyendas. Los resultados se sudan, y Ferrari, pese a derechos de veto, no se libra.

El de Mugello será otro fin de semana gris para Ferrari. Redondear una cifra no aporta rendimiento, solo es un número más para la historia. La Scuderia ha triunfado antes del millar, y lo hará mucho más pasada la carrera en la Toscana. El objetivo es claro ahora, y apunta a la reconstrucción. Binotto ha visto como su entorno se ha reestructurado, y solo queda que esperar a diciembre de éste año, y rezar por el acierto de cara a 2021, e incluso más si cabe para 2022.