El GP de Cataluña ha dejado imágenes que la FIM debe analizar para mejorar en términos de seguridad. El mono abierto de Fabio Quartararo o los problemas físicos de Aleix Espargaró siembran dudas que deben resolverse para evitar más tragedias.

La prueba de la categoría de bronce estuvo marcada especialmente por el pilotaje peligroso del grupo de cabeza. Antes de iniciar la última vuelta de carrera ningún piloto quería pasar primero, siendo consciente de que, por rebufos, perderían muchas posiciones. La imagen fue cuanto menos llamativa, con todos los pilotos del grupo decelerando en la última curva.

Al término de la carrera, Ricard Jové expresó su preocupación en la narración de DAZN:

“No me ha gustado nada lo que han hecho antes de entrar a meta. Disminuir la velocidad es peligroso. Eso no está bien, ha pasado lo que ha pasado hace nada y hay que ser especialmente cautos.”

Este pilotaje peligroso no propició que dirección de carrera impusiera sanciones, una inacción que se reiteró en la carrera de MotoGP. En la cita, restando cuatro vueltas para el final, Fabio Quartararo perdió el protector del pecho después de que se le abriese el mono.

El francés siguió rodando con el mono completamente abierto y sin protección en el pecho, llegando a meta en esta situación. Fue sin duda uno de los momentos más críticos del fin de semana, pues de haberse ido al suelo no habría contado con la protección del mono, del protector del pecho y, muy probablemente, del airbag.

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La seguridad, en entredicho.

El criterio de dirección de carrera volvió a quedar en entredicho, restando valor a la seguridad, ya mermada en algunos circuitos actuales que se quedan pequeños.

Las motos actuales alcanzan velocidades muy altas, lo que requiere más espacio para decelerar en caso de accidente. El ejemplo más evidente se vivió en el circuito de Jerez, donde la mayor parte de las caídas acabaron con las motos impactando en las protecciones. El caso más reciente, la caída de Artigas, Foggia y Sasaki saliendo de la curva 9 en Moto3 donde, las motos llegaron a impactar en las protecciones.

La solución más evidente pasa por ampliar las escapatorias, algo realmente costoso. Otra alternativa es reducir el potencial de las motos actuales, algo que demandan los pilotos porque a nivel físico también pasa factura, y en términos de seguridad esto también influye.

Si recientemente era el propio Quartararo quien tenía que operarse de síndrome compartimental, en los entrenamientos libres 1 del GP de Cataluña, Aleix Espargaró tenía que soltar los brazos del manillar para descansar unos instantes. La fuerza que hay que imprimir para acelerar, mantener una inclinación constante en una curva rápida, o levantar la moto tras cada giro hacen que el esfuerzo físico alcance unos niveles nunca vistos antes.

Aleix sigue recuperándose del brazo, donde genera líquido que debe extraerse. De ahí que durante los entrenamientos «he visto que se había abierto un punto y el líquido había fluido por si solo», una evidencia más de la situación límite a la que están sometidos los pilotos.

«Estoy haciendo mucho líquido y eso presiona mucho. Pilotar es más difícil porque me siento peor.»

Así con todo, la seguridad en motociclismo debe revisarse, estableciendo medidas más estrictas con el fin de evitar situaciones como la de Mugello y garantizando que el físico de los pilotos les permita competir al 100%.