7 años después del accidente de Michael Schumacher, las incógnitas siguen en el aire pero su legado ya ha cogido un cauce hacia lo eterno.

Decir Michael Schumacher prácticamente es definir la conducción total: conocimiento técnico, talento, trabajo ilimitado y una vitrina al alcance de muy pocos. Así era ‘el Káiser’, uno de los mejores deportistas de la historia y el mejor piloto de F1 según muchas corrientes.

Estas palabras que leen no son más que el recuerdo a un dominador total que, por trivialidad de un funesto destino, yace hoy en una cama en su casa sin más noticias para el público que tanto le ha adorado, situación quizás exasperante ya que, cualquier teoría tiende a viralizarse sea para bien, o para mal.

Hoy no es un día especial ni señalado, pero si que es el triste recuerdo de la última vez que supimos de Michael y que, aunque parezca simplista, pudimos verle. El blindaje -comprensible- mediático que ha realizado la familia a través de su cabeza visible, Corinna, ha dejado tanto a propios como extraños a merced de los bulos y teoremas que hoy se mueven raudos por el mundo digital.

Como siempre se dice, los buenos recuerdos nunca perecen, y eso me hace acordarme hoy de amigos ferraristas como David, compañero y amigo de nuestro podcast hermano Bandera a Cuadros, que tantos como él han seguido con devoción la figura imperial del claro ejemplo de talento y esfuerzo. Michael es eterno y para saberlo solo hace falta ver su legado y la devoción impregnada en todos sus parroquianos, que en el día de hoy tanto exclaman a su figura y su recuerdo.

En 2021 vuelve la saga a la F1, con Mick promocionando a través de Haas, equipo con el que tendrá difícil brillar, pero en el que cogerá el bagaje que todo futuro campeón necesita. Sea cual sea el desenlace tenemos Schumacher para rato.

#KeepFightingMichael