Una bandera roja da por terminada las 12 horas de Bathurst de forma prematura.  El motivo: un brutal accidente en la parte alta del Mount Panorama. Andy Soucek, KO antes de media carrera.


Acabar una carrera icónica por bandera roja no es algo que se ve a menudo, pero en este caso, era necesario. Lo visto en lo alto del Mount Panorama ha puesto los pelos de punta a todos los espectadores. Un accidente monstruoso ha causado la bandera roja, y por ende, la decisión de una carrera típica de resistencia.

La fiabilidad no es un problema hoy en día –bueno, eso que se lo digan a Toyota-. La tecnología ha avanzado tanto que las carreras de resistencia se convierten en meros sprint con cambio de pilotos. ¿Qué brilla entonces? La calidad de los mismos, y el lugar en el que se compite. El Mount Panorama no perdona, y las 12 horas de Bathurst de 2018 son el mayor ejemplo de ello.

Un total de 16 periodos de coche de seguridad han asegurado la incertidumbre, la estrategia al mililitro y la tensión constante. Cada metro recorrido era una aventura, ya sea encontrarse o no con un coche cruzado, roto o incluso no encontrarse con un canguro. Por suerte, la fauna ‘aussie’ sólo se ha visto dentro de los coches.

En especial Chaz Mostert. Como bien hemos adelantado en las primeras dos crónicas, el piloto del #43 de BMW se ha marcado un primer relevo estratosférico. Los coches de seguridad y una penalización en forma de drive-through han lastrado el ritmo del M6 GT3 de la marca de Baviera.

Una vez se ha vuelto a subir Mostert, ya para encarar la parte final de la carrera, el ritmo ha vuelto a florecer en el BMW. Augusto Farfus y Marco Wittmann se las han visto para igualar a su compañero de escuadra en tiempos, pero una vez la bestia ha tocado las manos de Mostert, esta ha regresado a la vida.

Todo iba viento en popa para ellos, pues la remontada era clara. Hasta que La Montaña les ha despachado. Se habla mucho de que el Mount Panorama tiene vida propia, y en este caso, es hasta creíble. En medio de un doblaje y una pelea directa con el Bentley #17, Mostert se ha tocado con un Porsche y, de rebote, se ha llevado al Bentley, que a su vez se ha llevado a un segundo Porsche. Resultado: abandono para el BMW a menos de tres horas para el final y una multa de 2000 dólares australianos para Mostert, con 1000 de ellos suspendidos en caso de reincidencia.

¿Y el resto? Bueno, el resto sobrevivía. Audi lo planeó bien toda la carrera. Las dos puntas de lanza eran el #74 y el #22. El primero salió junto al BMW #43, y se benefició de todo lo malo que le ha ocurrido a Mostert y compañía. Las continuas neutralizaciones de carrera esparcían delante del Audi a muchos rivales, pero el ir con la estrategia a pie cambiado les ha beneficiado a la larga. Hasta que, de nuevo, Bathurst ha tachado de su lista a los líderes.

Primero el Audi #22, con Kelvin Van der Linde al volante. El alemán ha golpeado el muro en la bajada y, con ello, ha dañado la suspensión trasera del coche. Reparación longeva y pérdida de vueltas con el #74. Pero eso no ha sido todo para Audi.

El #74 ha roto a menos de dos horas para el final. En esos momentos se perfilaba un final de escándalo, de los que entran de lleno en los libros de historia. Markus Winkelhock se ha subido para el relevo final al R8, y un mísero y pequeñísimo error les ha costado la victoria.

El célebre alemán ha pisado el bordillo exterior de Griffin’s Bend (curva 2) de forma extrema. La aerodinámica y la poca altura respecto al suelo de los GT han hecho que el diferencial rozase el piano, y con ello ha terminado por romperse la transmisión. El coche ya no aceleraba, aunque sí que subía de revoluciones. Winkelhock se ha parado en medio de la subida y el mundo se le ha venido encima.

Y por si faltase poco, la última hora y media ha sido de locos. No por los adelantamientos, sino por cómo se ha cocinado lentamente la salsa de carreras largas: el ahorro de combustible.

El Porsche #911 y el Mercedes AMG GT3 #55 han liderado la prueba desde que se ha dado el banderazo verde a falta de 90 minutos. Con 22 vueltas a sus espaldas, ellos sabían que debían parar de nuevo, por lo que los pilotos han exprimido cada litro de combustible de sus máquinas. La intención era ampliar al máximo la diferencia con los otros coches, que han ido a una estrategia totalmente distinta. Y, ahí, aparece Audi.

Audi ha seguido viva con un coche: el #37. Robin Frijs, Stuart Leonard y Dries Vanthoor no han hecho mucho ruido a lo largo de la prueba. Su presencia en el liderato se ha dado por estrategia, y a menos de una hora para el final. Y no eran los favoritos a ganar.

Por gestión de combustible, el coche favorito a ganar era el Porsche #911 mencionado. Romain Dumas, Fréderik Makowiecki y Dirk Werner han repostado lo más tarde que han podido, y eso les ha acortado la parada en boxes. En su pelea personal con el Mercedes #55, esa parada más corta les ha valido 14 segundos de ventaja. Ellos eran los favoritos, porque todos los de delante se han puesto a ahorrar combustible.

Por ellos, se entiende el Audi R8 #37, el Mercedes AMG #75 (Tristán Vautier, Jamie Whincup, Raffaele Marciello y Kevin Habul) y el Porsche #991 (Earl Bamber, Kevin Estre y Laurens Vanthoor. Ya con menos intensidad en ese ahorro, el Porsche #12 (Matt Campbell, Patrick Long, Alex Davison y David Calvert Jones), que pese a perfilarse como favorito, no las han tenido muy claras.

Conforme han pasado los minutos de la última hora, los tiempos han aumentado. Ahorro de combustible clarísimo, hasta que el Audi R8 #69 y el MARC Mazda V8 #95 se han tocado en Reid Park. El Audi ha quedado cruzado en medio del trazado y, a toda velocidad, el Mercedes AMG #19 ha impactado contra la parte trasera del R8 en una maniobra evasiva. Accidente descomunal que ha dejado a la carrera en régimen de coche de seguridad, y posteriormente de bandera roja.

La confusión ha durado diez minutos, tiempo que ha tardado dirección de carrera en dar por finiquitada la carrera. Y, así, el equipo WRT con el Audi R8 #37 ha ganado las 12 horas de Bathurst.

¿Y los Bentley? Pues de ser una de las marcas favoritas para ganar, a no poder hacer nada para impedir una nueva decepción en Bathurst. La primera, y en la frente: el Bentley #18 ha tenido problemas en la caja de cambios en las primeras horas, tal y como os hemos contado. Tras la reparación, Maxime Soulet ha buscado terminar la prueba pero un pinchazo ha destrozado las opciones de ver la bandera a cuadros.

El Pirelli delantero derecho del Continental GT3 ha estallado en la llegada a The Chase, la chicane tras la recta Conrod. Esa deflagración ha arrancado de cuajo el guardabarros y ha dañado el coche, que a su vez ha quedado varado en la amplia escapatoria de grava.

Soulet ha tenido que ser rescatado y, al regresar el coche al garaje, se ha optado por abandonar. Andy Soucek no ha podido ni rodar, y el coche no ha llegado vivo ni a mitad de carrera.

El otro Bentley, tocado tras el accidente con el BMW #43, ha podido terminar la carrera. La distancia con el primero ha sido de más de seis vueltas.

Así pues termina una de las carreras más duras del año. Bathurst es un lugar de leyenda, y hoy, aunque se ha terminado de forma abrupta, la leyenda sigue escribiéndose: es La Montaña quién decide quiénes son los reyes. Porque sí, el Mount Panorama tiene vida propia.