La localización de cada circuito es única en todo el globo. Así, algunos están prácticamente al nivel del mar y otros alcanzan grandes altitudes. Este es el caso del Autódromo Hermanos Rodríguez, México, que acoge este fin de semana un nuevo Gran Premio de Fórmula 1.

La altura también afecta a los monoplazas, puesto que la densidad del aire disminuye según aumenta la altura, lo que implica que para un volumen de aire determinado hay menos moléculas. Esta casuística afecta especialmente a dos ámbitos del monoplaza: aerodinámica y motor.

En relación a la aerodinámica se advierte una reducción de la resistencia al avance o drag así como una disminución de carga aerodinámica. Tener menor drag es positivo siempre que no se reduzca el downforce, lo que permite que un F1 sea tan rápido en el paso por curva. Sin embargo eso no sucede, pues ambos fenómenos dependen proporcionalmente de la densidad del aire.

Para contrarrestar este efecto, los equipos tienden a configuraciones de alta carga aerodinámica aunque suponga un aumento de resistencia.

Por ello, aunque el Autódromo Hermanos Rodríguez diste mucho de parecerse a Mónaco, se pueden esperar rendimientos similares a los que vimos en el Principado.

Carlos Sainz antes del GP de México:

«Debería ser un buen circuito para nosotros, pero no sé cuán bueno puede ser. es una pista con características similares A monaco. Esperamos tener un buen fin de semana, pero el objetivo es acabar por delante de los dos McLaren.»

En cuanto al motor, cabe reseñar que el oxígeno que hay en el aire es el que permite la combustión dentro del motor, siendo necesaria una cantidad mínima.

Si hay menos oxígeno del necesario, habrá gasolina que entre en los cilindros y no explote, produciéndose una combustión incompleta que lleva a la perdida de eficiencia.

Este problema se soluciona gracias al turbocompresor que utilizan los monoplazas, que comprime el aire antes de producir la combustión.