El combustible en alta competición es clave para lograr un buen funcionamiento del motor logrando una buena fiabilidad y rendimiento. Por ello, los grandes equipos de Fórmula 1 cuentan con socios tecnológicos que desarrollan distintos combustibles y lubricantes para conseguir el producto perfecto.
En la actualidad, el combustible más utilizado es el petróleo, con muchas propiedades positivas para motores de combustión interna. Para empezar, tiene una alta densidad de energía, lo que significa que la energía por unidad de volumen es muy alta. Además, el petróleo libera su energía muy rápido algo que no se consigue con otros combustibles como el carbón, que generan energía más lentamente.
Otra propiedad del petróleo es que es relativamente estable, permitiendo su almacenaje a temperatura ambiente. Gracias a ello su transporte se puede realizar en barriles, siendo bastante seguro en comparación con otros combustibles que necesitan mantenerse a alta presión o temperaturas frías.
La diferencia entre el combustible de F1 y un coche de calle.
En F1, la normativa actual es muy clara en el ámbito de los combustibles, indicando que debe ser claramente reconocible como petróleo.
Esto aporta algunas ventajas, en especial a los socios tecnológicos de los equipos, pudiendo extrapolar lo aprendido en pista a los diferentes productos que ofrecen en el mercado internacional.
De ahí que los combustibles de F1 y de calle sean sorprendentemente parecidos, encontrándose la principal diferencia en el índice de octano, que es mayor en la alta competición.
Este índice mide la facilidad que tiene el combustible para realizar la combustión. Un índice elevado implica que será más difícil llevar a cabo la combustión. Pese a que pueda parecer contraproducente en un monoplaza de carreras, así se consigue controlar la combustión, algo fundamental en estos motores que trabajan a alta presión y temperatura.
La importancia de los lubricantes y refrigerantes.
Por otro lado, el aceite es útil en dos aspectos: favorecer la fiabilidad y mejorar el rendimiento del motor. En él hay muchas piezas de metal que están en contacto y rozando permanentemente y el lubricante facilitará los movimientos de cada pieza.
De forma similar, en la caja de cambios, también se necesita un lubricante. A diferencia del movimiento rotacional de los pistones en el motor, los engranajes de las marchas están expuestos a fuerzas y rozamientos diferentes, por lo que necesitan otro tipo de lubricante.
Por su parte, las baterías de F1 tengan un alto rendimiento, aunque aún se ha alcanzado una eficiencia del 100%. A lo largo de los años, además de los avances en tecnología, se ha mejorado la calidad del refrigerante que se utiliza para reducir la temperatura que estos dispositivos generan.
El que se utilizan en baterías es muy específico, pues está en contacto con elementos muy delicados y si fuese conductor destruiría la batería en un abrir y cerrar de ojos.
La relación entre el equipo y su socio tecnológico.
Los equipos trabajan muy de cerca con sus socios tecnológicos de lubricante y combustible, lo que les permite reaccionar con rapidez a imprevistos o cambios de normativa. En un periodo de cuatro meses, estas grandes empresas pueden preparar un aceite lubricante para un motor de alta competición partiendo desde cero. De ahí que se conozca a la Fórmula 1 como el laboratorio más rápido del mundo.
En cuanto a los combustibles, el equipo prueba diferentes tipos a lo largo de los años, pudiendo alcanzarse las 100 variedades testeadas.
Tras cada prueba, el socio tecnológico de cada equipo examina las muestras extraídas del monoplaza, lo que permite localizar los minúsculos trozos de metal que se han quedado en el combustible al interaccionar con los metales que componen el motor. Su análisis ayuda a mejorar el combustible y detectar posibles anomalías.