Se cumple el 26º aniversario de un fin de semana fatídico, para el motorsport en general, y para la Fórmula 1 en particular. El decimocuarto Gran Premio de San Mario, en el circuito de Imola, quedaría marcado a fuego en la historia de la Fórmula 1, y en la memoria de todos los amantes del automovilismo. Ese recuerdo, no seria precisamente por una gran carrera, sino, por la muerte de dos pilotos en un mismo fin de semana de carreras.

Uno, el más emblemático piloto de la categoría, Ayrton Senna, el otro, cuya muerte ha quedado muchas veces eclipsada por la muerte del primero, Roland Ratzenberger. Tal día como hoy, la muerte haría acto de presencia por primera vez en ese fin de semana de Fórmula 1. Quizá el gravísimo accidente de Rubens Barrichello en los libres del viernes 29 de abril fue un aviso de lo que iba a ocurrir. Como un terrible entremés que precedía un trágico menú.

Pero todo continuó con relativa normalidad tras el susto de Barrichello. Para la mañana del 30 de abril se celebró la sesión de clasificación oficial de cara a establecer la parrilla de salida para la carrera del domingo.

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Apenas habían pasado unos pocos minutos desde el comienzo de la sesión cuando el Simtek S94-Ford de Roland Ratzenberger perdió el alerón delantero en la curva Villeneuve, debido, presuntamente, a un toque anterior con su compañero de equipo David Brabham, o a un paso demasiado brusco por uno de los pianos. La pérdida de apoyo aerodinámico y el hecho de que además, una parte del alerón quedara bajo el coche, hicieron que saliera recto y sin control contra el muro a casi 300 km/h.

El impacto resultaría fatal, y el Simtek, tras el mismo, salió deslizándose hasta ir a parar a la horquilla de Tosa. Todos recordamos esa dura imagen de la cabeza de Ratzenberger moviéndose sin control cuando el coche estaba casi deteniéndose. Sólo con esa imagen ya quedaba claro que la vida de Ratzenberger corría serio peligro.

Las asistencias y el doctor Sid Watkins le atendieron en la misma pista, pero el accidente, para la seguridad de los Fórmula 1 de la época, resultaba mortal de necesidad. Aunque el habitáculo llegó a resistir medianamente bien el impacto, no fue así en el caso de su ocupante Roland Ratzenberger, sufriendo una fractura en la base del cráneo que resultaría letal.

Evacuado al Hospital Maggiore de Bolonia, se confirmaría su muerte a las 14:15h. de aquel sábado 30 de abril de 1994. Probablemente, con la seguridad de los actuales Fórmula 1, así como el hans, el austriaco hubiera sobrevivido sin problema, pero eran otros tiempos y, precisamente su muerte, y la de Ayrton Senna, multiplicarían las medidas de seguridad a partir de entonces para la categoría.

Roland Ratzenberger, a pesar de ser casi novato en la Fórmula 1, con apenas participación en tres fines de semana de Gran Premio, tenía un buen bagaje en otras categorías. Había competido en la F3 Británica, la Fórmula 3000 japonesa y cinco participaciones en las 24 Horas de Le Mans. Pero su sueño de Fórmula 1, se terminó apenas recién empezado. Desde aquí, nuestro recuerdo, porque al igual que Ayrton Senna, siempre estará en nuestra memoria.