Sin duda la factoría Red Bull – a la que asociamos por ende su marca B, Toro Rosso- ha tenido una senda de éxito desde que decidió aventurarse en la F1 recogiendo los vestigios de la antigua Minardi, aunque no siempre ha tenido un camino de rosas. Uno de sus únicos puntos débiles ha sido la fragilidad de sus alineaciones.

A dos carreras de la conclusión de la temporada 2019, una de las grandes incógnitas para la siguiente temporada serán las alineaciones de Red Bull y Toro Rosso, obviando por supuesto a Max Verstappen que si fuera por los mandatarios austríacos, su renovación sería ad kalendas graecas, sin fecha de fin.

Un año más, la alineación de ambas escuderías no ha coincidido en Australia y previsiblemente en Abu Dhabi, y es que la marca de la bebida energética más famosa del mundo ha dejado un rastro de variaciones en las últimas temporadas, subiendo y bajando pilotos en cualquier momento del año y modificando el rumbo de sus estrategias en cualquier momento.

Es momento para analizar la situación de los tres pilotos – o cuatro- en discordia que están actualmente en liza para el año que viene:

  • Alexander Albon: de “defenestrado” en la Fórmula E a revelación en F1. Tras un buen comienzo en Toro Rosso, las actuaciones irregulares y fuera de posición de Gasly le han permitido disputar casi media temporada con el hermano mayor de la factoría, superando hasta ahora y contando desde Spa en puntos a Verstappen. Es el mejor situado de los tres.
  • Pierre Gasly: En la vida es frecuente divulgar y creer el pensamiento de las “segundas oportunidades”, algo que en F1 ocurre en rara ocasión ya que hay trenes que sólo pasan una vez. El francés, tras un gran 2018 en el debut de Honda junto a Toro Rosso, fue ascendido para luchar con Verstappen en 2019, algo que no sucedió en ningún momento ya que el galo fue una mera sombra del holandés. No lo ha hecho nada mal en su regreso a Toro Rosso pero sin duda la confianza de los jefes parece mermada. Podría estar otro año en el equipo B.
  • Daniil Kyvat: Hablar del ruso es contradecir mi párrafo anterior, ya que en este caso el deporte le ha dado una segunda oportunidad. Condenado al ostracismo por Red Bull en 2017 y tras un año como piloto de simular en Ferrari, el ruso ha demostrado este año que no ha perdido su innegable talento, aunque sigue arrastrando situaciones en las que sus decisiones impulsivas acaban perjudicándole tanto a él como al equipo. Todo apunta a que estará en Toro Rosso, pero Marko cuenta con él. Recordemos que el ruso venció a Ricciardo en su día, algo poco desdeñable.

Veremos hacia qué parte de la balanza acaba cayendo este dilema, pero sin duda la factoría Red Bull arrastra ya la fama de llevar la exigencia al extremo, al límite. Y es que el gran presupuesto anual que se distribuye tanto desde Austria como desde Japón con Honda no tiene otra misión que el éxito, ADN de la marca.