Esta mañana, el Vaticano ha sido testigo de algo exclusivo: varios pilotos de MotoGP, en los que se encontraban Márquez y Pedrosa, han sido recibidos en visita privada por el Papa Francisco. A demás de los oficiales de Honda, también han estado presentes en la ceremonia Andrea Ianonne, Danilo Petrucci, Jack Miller y Paolo Simoncelli, padre de Marco Simoncelli. También ha asistido Carmelo Ezpeleta en representación de Dorna Sports.

El pontífice, que se declara un gran apasionado del deporte, les ha pedido que no sean solo campeones del mundo; si no que también lo sean de la vida y un ejemplo para los jóvenes.

Día, seguro, para recordar. Nervios aparentes en las redes sociales de algunos de los asistentes como Marc Márquez, quien no ha querido perder detalle a través de su Instagram personal, en sus stories, de las imágenes que se presentaban en el Vaticano. Y es que los pilotos han disfrutado de una experiencia única donde muchos de ellos han calificado de «gran oportunidad».

En la reunión, que ha durado casi dos horas, se ha podido hablar de todo, pero uno de los temas que más se ha tocado ha sido la motivación que los jóvenes de hoy en día tienen para afrontar un hecho en la vida. Según el Papa, cuando lee una noticia en la prensa y ve que un joven se ha suicidado es consecuencia de su falta de pasión. La pasión para vivir es fundamental y muy importante, por eso les ha pedido a los pilotos que sean un ejemplo para todos. Para el Papa, el deporte es una de los mejores espacios para poder ejercitar esta pasión.

Cuando leo noticias sobre suicidios de jóvenes -y son tantos-, pero ¿qué ha sucedido? Al menos, puedo decir que en esa vida faltaba pasión, alguien no ha sabido sembrar la pasión por vivir, les explicaba el religioso. El deporte estimula una sana superación de uno mismo y de los propios egoísmos y si es bien practicado, suscita la lealtad en las relaciones interpersonales, la amistad, el respeto de las reglas, proseguía.