La futura salida de Honda de la Fórmula 1 ha reabierto una herida que ni mucho menos había cicatrizado. Y no es otra que la gran incoherencia de falta de fabricantes en la categoría reina del motorsport. Con la salida de Honda, la Fórmula 1, con sus 10 equipos, tendrá apenas 3 fabricantes de motores. Esto, es algo que, sin duda, genera irremediablemente una pérdida de competitividad y va en contra de la deseada igualdad de la competición en la medida de lo posible.
La futura entrada de los tan deseados nuevos fabricantes se verá marcada por los acuerdos que se establezcan próximamente de cara al “calendario” de cambios futuros en el propulsor. Este tema, a su vez, se agrava y precipita con la salida de Honda.
En Portimao, escenario del próximo Gran Premio, se dirimirán cuestiones sobre los nuevos tipos de propulsores. Establecido 2026 para la entrada de la nueva normativa de motores, una idea si parece muy clara entre todos los equipos, para el citado 2026 debe de haber unos motores más sencillos y para los que se necesite menor inversión económica.
El dominio de Mercedes es apabullante y queda demasiado tiempo para 2026. Sin Honda, y a pesar de los cambios normativos futuros en otras facetas que no son el propulsor, el motor, sigue siendo muy importante, y que haya más de 3 fabricantes en la categoría aún más. Por lo que acortar esa fecha de 2026, quizá es absolutamente necesario.
Prevista la llegada del combustible “bio” en su totalidad para 2023 se podría anticipar ese cambio normativo de motores. Una oportunidad para acortar esos plazos de cara a un nuevo tipo de propulsor de menores costes, más simple, y que sirva de impulso a otros constructores para unirse a la Fórmula 1.