Fernando Alonso vuelve con Renault a la Fórmula 1. El asturiano regresa al centro de los focos, mientras la marca del rombo gana un referente para asegurar su presencia en el Gran Circo. Abiteboul gana tiempo ante un exigente Luca de Meo, recién llegado al cargo.
El retorno de un Campeón del Mundo de la Fórmula 1 siempre es motivo de alegría. Fernando Alonso, ganador en 2005 y 2006 de la máxima expresión del automovilismo, vuelve a la marca que le permitió hacerse con el cetro mundial: Renault. No lo hará, a priori, para competir mundiales, ni si quiera victorias o pódiums. La marca francesa lleva desde su regreso enfrascada en la batalla por recuperar el espacio que le pertenece, pero por el momento, no han pasado de liderar una zona media, que a día de hoy, tampoco dominan.
Daniel Ricciardo abrió la caja de los truenos hace dos meses con su pase a McLaren, y tras la marcha de Vettel, Sainz ocupará su lugar en Ferrari. Con Carlos vestido de rojo y Alonso de amarillo, el automovilismo español se prepara para un 2021 apasionante. Supone también un reto, básicamente el de no dejarnos llevar por banderas y filias. No podemos permitirnos volver al ambiente de guerras patrias de finales de la década pasada, y principios de la presente. No tengo esperanzas respecto a ello, pero permítanme soñar.
El asturiano es un ganador, solo piensa en el triunfo. Es por ello que me cuesta entender este regreso, que parece una atropellada forma de recuperar presencia en la categoría, recalando en un equipo que no pasa por su mejor momento. Cyril Abiteboul lucha por asentarse en un cargo en el que nunca ha estado del todo cómodo. Luca de Meo, mandamás en Renault recién llegado, busca un espaldarazo para la marca dentro de la Fórmula 1. Y Alonso, intuyo, necesita presencia para consolidar la imagen de su marca personal. Empresarialmente es un movimiento conveniente para todas las partes, y a veces, el dinero manda sobre el deporte.
Hace unas semanas hablaba de la necesidad de la F1 de encontrar nuevos referentes, personajes que logren relanzar la marca y atraer patrocinadores en esta crisis del Covid-19 que aún sufrimos. Esta es otra victoria para la categoría. Alonso se vende solo, sus declaraciones interesan a todos, sus fotos o vídeos de Instagram producen noticias. Un emoji suyo en Twitter levanta revuelo automáticamente, y esto, en la era de las redes sociales, es dinero en el banco. Liberty está de enhorabuena en este sentido.
En lo intrínseco a la pista, qué les voy a contar. Si a los ingredientes que disfrutamos actualmente le añadimos un bicampeón como Alonso, apaga y vámonos. Solo nos falta que Vettel recale en algún proyecto, que al menos, le permita luchar por liderar la zona media. Sonará a consuelo pobre, pero no estaría nada mal encontrarnos una pelea Alonso-Vettel, aunque solo sea por acercarse al podio. Ganar está muy bien, pero las carreras son las carreras, más allá de victorias y campeonatos. Los que disfrutamos los duelos lo hacemos en todas sus vertientes.
Además de todo lo comentado, Alonso tiene un reto más. Durante sus últimos años en el Gran Circo, los comentarios acerca de la dificultad para trabajar con el asturiano han ido en aumento. El bicampeón tiene una oportunidad enorme para liderar un proyecto, hasta ahora desafortunado, como el de Renault. Si lo hace desde la mesura y la humildad, estará ante la ocasión de revelarse, no solo como un gran campeón, si no también como un líder, cosa que para los venideros años, una vez finalizada su carrera como piloto, le vendrá muy bien.
El aficionado que todos tenemos dentro está de enhorabuena, y yo no soy menos. A los raritos que nos gustaba la Fórmula 1 ya a finales de los 90’ nos vino bien un referente para popularizar la disciplina. Tenemos una oportunidad de relanzar la pasión por las carreras en el país, y de hacerlo con la mayor oferta informativa de la historia. En esta época, cuando más cuestionado está el oficio de contar cosas, es el momento de mayor libertad de elección periodística. Apuesten por los currantes de las teclas, denle una oportunidad a los nuevas generaciones de periodistas. De verdad, merece la pena.