Williams es, quizá, el equipo de Fórmula 1 al que en peor momento le ha golpeado la crisis del Coronavirus. Los problemas financieros en el equipo británico eran acuciantes en los últimos años, prueba palpable de ellos son sus calamitosos resultados deportivos en las últimas temporadas. Y es que, todo influye en los resultados, y en la Fórmula 1 los recursos económicos adquieren una vital importancia a la hora de crear una máquina competitiva y fichar al mejor equipo humano posible.
2020 se presentaba para Williams como una oportunidad para comenzar a levantarse. Tocaron fondo en 2019 y, aunque evidentemente, no esperaban podios este año, sí se optaba por volver a la mitad de la tabla.
La planificación a la hora de crear el monoplaza de 2020 parecía haber sido mucho más aceptada que la temporada pasada. Además, el coche lucía más patrocinadores, lo que equivale a entrada de fondos, y, por si fuera poco, se había vendido la mayor parte de Williams Advanced Engineering, una sección muy desarrollada e importante para Williams, pero, que con su venta, garantizaba otro impulso económico. Todo con tal de no convertirse en un equipo “b” como pueden ser Haas F1 o Racing Point.
Aun así, la situación financiera de Williams no era buena, y la llegada del coronavirus ha vuelto a revertir su posible recuperación. Los de Grove ya anunciaron un ERTE, pero ahí no ha quedado la cosa.
Williams se ha visto en la necesidad de refinanciar su deuda, gracias en mayor medida a un préstamo de Michael Latifi, padre del piloto Nicholas Latifi, por medio de su sociedad Latrus Racing. Pero nada es gratis, y la escudería de Grove ha tenido que avalar el préstamo con toda su colección de monoplazas históricos, sus instalaciones y terrenos. Básicamente, se puede decir que lo han avalado con todo. El objetivo es claro, evitar como sea, pasar a ser un equipo “b”.