El pasado fin de semana se celebró en el circuito urbano de Bakú el Gran Premio de Azerbaiyán, la octava prueba de este mundial.
La salida marcó de nuevo la tónica de la carrera y es que debido a los incidentes nada fue como se esperaba. Aunque el resultado final fue fruto, como todos sabemos, de la mala suerte de algunos y del temperamento de otros.
Parecido a lo que vimos en la Indy, los restos de monoplazas caídos en batalla provocaron que el safety car saliera de excursión. Lo más interesante de esto fueron las relanzadas. Ricciardo avanzando dos coches en una curva, Ocon y Pérez arruinándose la carrera mutuamente… Es muy complicado que dos monoplazas pasen sin tocarse en una curva de ángulo recto cuando en lugar de haber una escapatoria hay un muro como Bakú. Tanto el incidente entre Ocon y Pérez como el de Bottas y Raikkonen tienen la misma explicación: circuito urbano. Es evidente que ni Ocon ni Bottas dejaron espacio insuficiente a Pérez y a Raikkonen de forma intencionada.
Si en esta vida existe el karma o algo parecido, no decidió visitar la carrera. Después de que Vettel perdiera los papeles de una manera bastante infantil (pero en su línea eso sí) y diera un golpe a Hamilton, el británico tuvo que parar por una de las tonterías más grandes que he visto nunca en la F1: el reposacabezas. De este modo Hamilton terminó detrás de un Vettel que cumplió la segunda sanción más grave que se le puede aplicar a un piloto tras la bandera negra. Así que el alemán sale con dos puntitos más de ventaja cuando Hamilton merecía, sin lugar a dudas, ganar el GP: la velocidad y la sangre fría que demostró tener le hicieron invencible en todo momento.
El podio fue muy curioso. Incluso para Bottas, ya que el finlandés tenía pocas esperanzas por su carrera después de la primera vuelta. Ricciardo lo hizo todo bien. No cometió errores, cosa que los demás sí y con eso y la mala suerte de otros se llevó la carrera. Que se la guarde bien porque difícilmente ganará muchas más este año. Bottas no se rindió y con la esperanza de no perder nada ganó mucho. Y el huésped más inesperado de este podio fue Lance Stroll. El canadiense sólo había puntuado en una carrera y en la segunda entre el top 10 ya se subió al podio. La irregularidad de la vida…
Ocon consiguió sorprendentemente ser sexto tras su incidente con Checo. Las órdenes de equipo pueden ser la solución para una pareja que ya no debe tener la misma relación que antes. A una escudería como Force India que rara vez opta a podios y que tiene dos pilotos ganadores ya tardaban en surgir los problemas.
Los españoles tuvieron la suerte de cara por una vez. Sainz fue octavo tras quedarse último en una maniobra para evitar echar a su compañero. Aunque yo desde fuera la encontré exagerada, después se demostró que era innecesaria, ya que Kvyat últimamente haga lo que haga siempre abandona. Y Alonso no tuvo suerte por terminar dentro de la zona de puntos por primera vez esta temporada, sino porque su motor Honda no le dejó tirado a tres vueltas del final. ¡Eso sí que fue un milagro!