Cuando los cinco semáforos se apagan tiene lugar uno de los momentos más importantes, si no el que más, de un Gran Premio. Cada piloto se juega el resultado final en los metros que tenga la recta de salida hasta llegar a la primera curva, donde todo puede pasar.
Todos son conscientes de la importancia de este momento y lo preparan con especial atención durante todo el fin de semana.
Cómo han cambiado las salidas en F1.
Antes de 2015, el procedimiento de salidas estaba muy influenciado por el equipo. El ingeniero de pista comunicaba por radio numerosos comandos al piloto para llegar en perfectas condiciones al momento crucial: mapa de motor, temperatura de frenos y neumáticos, posición del embrague…
Sin embargo, la FIA decidió hacer que los pilotos cobrasen más importancia. Así, a mediados de 2015 la Federación prohibió cualquier comunicación por radio con el piloto durante la vuelta de formación. Salvo para informar sobre seguridad, instrucciones de dirección de carrera o sobre la situación de la pista, los pilotos quedaban solos ante una situación decisiva.
Desde entonces y, para contrarrestar esa prohibición, se ha incluido en los ‘dashboards’ buena parte de la información que antes se daba por radio, asignando una tarea extra al que está detrás del volante.
Además, la prohibición del uso de la radio en esos instantes también afectó al uso del embrague. Antes era el ingeniero quien indicaba al piloto el punto de mordida del mismo, pero ahora sería el piloto el que debería buscar el punto idóneo.
El objetivo en cada salida: alcanzar el punto idóneo del embrague.
El sistema del embrague también ha cambiado en los últimos años. Desde 2016, los monoplazas cuentan con una sola palanca de embrague. Se estableció que debía haber, al menos, 50 milímetros entre la palanca y el resto de elementos del volante. Todo ello con el objetivo de darle más valor a la perspicacia de los pilotos.
Sobre la dificultad del procedimiento de salida habló hace un año Lewis Hamilton. El seis veces campeón del mundo explicó que “tienes que alcanzar un cierto ajuste de las revoluciones del motor y calentar los neumáticos a una cierta temperatura.”
“Y luego, cuando sueltas el embrague, tienes que llegar a un porcentaje muy concreto, pero incalculable. La palanca mide de 0 a 100%, ¡y el punto está en algún lugar entre esas cantidades! Es realmente muy difícil de sentir”.
Practicar, practicar y practicar.
Se trata de un procedimiento que se practica durante las sesiones de entrenamientos: “todas las simulaciones se hacen al final del pitlane, pero ahí el nivel de agarre es muy diferente al de la recta, a veces mejor y a veces peor”.
Entender cómo trabaja el embrague y conocer el punto idóneo es fundamental, porque si el coche patina perderá tracción y velocidad. No habrá sido una buena salida. Pero si las ruedas giran a la velocidad correcta, se alcanzará el punto de agarre idóneo para acelerar sin perder adherencia, ganar velocidad y no perder la posición.
“Después del inicio empiezas a acelerar y ahí es donde tienes que soltar del todo el embrague y acelerar exprimiendo al máximo la potencia,” indica Lewis.
“También los puntos de cambio tienen que ser perfectos. Y todo se trata de la distancia, se mide por quién cubre la mayor distancia desde el inicio, desde que se apaga el semáforo hasta la primera curva. Es muy técnico”.