Renault viene de remontada, y a pesar de la conspiranoia, todo tiene un motivo técnico. Monza debe ser propicio para los franceses, pero sin lanzar las campanas al vuelo.
La escudería Renault se marchó de Bélgica con el zurrón de puntos relleno. Ricciardo fue cuarto, con Esteban Ocon entrando tras él en línea de meta, sumando además el australiano el punto extra de la vuelta rápida, y llegando incluso a amenazar la posición de pódium de Verstappen, tercero a la postre. El rendimiento ha avivado cierta polémica. Sorprende el arreón francés una vez desistió el equipo de Abiteboul de toda reclamación sobre Racing Point, unido a la renovación del Acuerdo de la Concordia.
No son vasos comunicantes, pero desde luego es un gran filón para aquellos que buscan la teoría de la conspiración. El talento bajo sospecha. Técnicamente parece que los circuitos de baja carga aerodinámica han beneficiado durante éste 2020, y en el pasado 2019, a los coches de la marca del rombo. Ello, unido a un sistema de recuperación de energía, que según los que saben, ha ganado en eficiencia en los circuitos más largos y exigentes como Spa, hace que el trazado de las Ardenas le fuera como anillo al dedo a los coches amarillos.
Monza debe ser también una pista propicia para Renault, si bien no tan perfecta para ellos como el trazado belga. Los más optimistas apuntaban a opciones reales de pódium para los franceses, pero hoy por hoy, las oportunidades de alcanzar si quiera el último puesto del cajón parecen remotas. Tendríamos que asistir a una carrera con un guion loco, donde la fiabilidad o la meteorología se aliasen con los monoplazas del rombo. Con la lluvia escampando de la previsión para el fin de semana en los alrededores de Milán, con Mercedes guardando motor por su tremenda superioridad, y con un Max Verstappen que no falla, se antoja difícil creer en esa posibilidad.
De hecho, la única opción de poder acceder a la celebración del champán sería un
problema del holandés. Además, dejaría una estampa de alegría inmensa para los franceses. Venganza a Red Bull por las disputas del pasado, recuperar algo de terreno con Honda como motorista, y el famoso tatuaje que tendría que acceder a hacerse Cyril Abiteboul si fuese Daniel Ricciardo el que subiese a la zona de honor. Para el jefe de Renault sería redondo que fuese su compatriota Ocon, por aquello del patriotismo, y por no tener que pasar por chapa y pintura.
Analizar el rendimiento de Renault los próximos Grandes Premios va a ser interesante, ya que puede suponer un punto de inflexión en el rendimiento de los franceses de aquí en adelante. Hay que llevar, eso sí, mucho cuidado con datos y opiniones, ya que a partir de ahora vamos a encontrarnos con cierto triunfalismo intoxicado por la llegada de Fernando Alonso a la escudería de Enstone en 2021. Y ya, como parte del coche vaya pintado de azul, pueden empezar los fuegos artificiales.
Ganar una décima en Fórmula 1 cuesta sangre, sudor y lágrimas. Hablar de un segundo y medio, que fácilmente puede ser la diferencia con los grandes, son otras palabras. Se necesita un cambio de reglamento, que llega en 2022, y además acertar de pleno. Y no olvidemos que sí, cambian los coches, pero de repente no van a tener un problema de amnesia repentino en Mercedes, y van a olvidarse de fabricar monoplazas. Las opciones de dominio de los alemanes más allá de a nueva reglamentación son sólidas, así que vayamos con cautela.