Cual sargento. Kevin Harvick suele ir bien en Atlanta, pero irónicamente la victoria de anoche del campeón de 2015 fue su segunda en el complicado óvalo del estado de Georgia. La primera fue hace 17 años, y con el coche (que no el número) de Dale Earmhardt Sr, fallecido semanas antes.
Por eso sacó a relucir los tres dedos en lo conocido por la ‘vuelta polaca’. En recuerdo de su primera victoria en la Copa NASCAR –por entonces Winston Cup-. En recuerdo a Earnhardt.
La carrera en sí fue un poco insulsa. La lluvia apremió a todos los pilotos, había que correr al 100% durante la prueba. Además, el asfalto de Atlanta tiene casi vida propia. En vísperas de un reasfaltado, los neumáticos sufren por el poco agarre y la abrasividad extrema. Vaya, una pista de patinaje a la que se añade poca goma en pista por la lluvia que aplazó el banderazo verde.
Eso dejó relevos de unas cuarenta vueltas, y el combustible dejó de ser un problema. Las gomas no duraban todo el relevo, y las opciones de lucha eran mínimas. Por si fuera poco, la temperatura no era la apropiada. Un caos para las estrategias, pilotos y el espectáculo en sí.
Por la lluvia caída por la mañana, además, se añadió un ‘competition caution’ tras las primeras 35 vueltas. ¿Qué es un competition caution? Una neutralización que se implementa en el primer relevo a causa de la limpieza de la goma en pista por lluvia o por falta de entrenamiento por adversidades meteorológicas. Esa neutralización da la oportunidad de parar en boxes para comprobar estado de neumáticos y trazar las futuras paradas en base a esos datos.
Debido a la tremenda abrasividad de la pista mencionada anteriormente, los pilotos se tomaron el primer relevo con calma, excepto Martin Truex Jr. Salió en la parte trasera de la parrilla, y en esas 35 primeras vueltas ya subió hasta el top-10. El actual campeón es un monstruo devora rivales en los trazados de milla y media, y pronto se situó en la lucha por la victoria, aunque Brad Keselowski y Kevin Harvick no le dieron permiso.
Los dos Ford demostraron velocidad desde el inicio, pero no lo tuvieron del todo fácil, aunque Harvick dominase. La lluvia se acercaba de forma amenazante, e incluso cayeron cuatro gotas. Esas que animaron la pelea a tres por el liderato, y que provocaron que Joey Logano y Denny Hamlin, desaparecidos hasta el momento, se arriesgasen.
Ya se había completado la distancia necesaria para poder dar por terminada la carrera en caso de lluvia: 170 vueltas. La próxima carrera es en Las Vegas, y la logística es complicada. La NASCAR buscó competir el domingo y facilitar el traslado por carretera de los coches al óvalo de la famosa ciudad de Nevada, y por eso la posibilidad de suspensión anticipada sobrevolaba al pelotón.
Logano y Hamlin, volviendo al punto clave de la carrera, alargaron al máximo sus paradas. Esperaban que lloviese mientras estaban en pista, y con ello, ganar la carrera. No les salió bien pues no llovió, y la duda de si su estrategia sería ganadora estaba en el aire.
Entonces, por obra y gracia del desgaste de los neumáticos, empezó una carrera a dos bandas. Primero paraban Harvick y compañía, y unas veinte vueltas después, Logano y Hamlin. Y ahí se decidió la carrera.
La velocidad de Harvick mientras Hamlin y Logano alargaban su relevo le permitió contrarestar el hecho de parar en una ocasión más. La inexistencia de las banderas amarillas ayudó al #4 de Stewart-Haas. Por otra parte, Hamlin y Logano se vieron relegados a hacer un último relevo completo, por lo que de cara a final de carrera sus opciones eran mínimas por la basta diferencia entre neumáticos nuevos y usados.
A treinta giros para el final, Trevor Bayne rompió motor y salió una última neutralización que equilibró las estrategias, pero de poco sirvió. Harvick puso la directa en cuanto cayó la bandera verde. Victoria en Atlanta, con el tres en todo lo alto de nuevo en la mano.
La próxima carrera será en Las Vegas. El trazado de Nevada es otro de milla y media, y será interesante comprobar si Martin Truex Jr. seguirá siendo el amo y señor de los trazados de esa distancia. O eso, o que Ford empieza fuerte la temporada 2018.
FOTO | Stewart-Haas Racing