El pasado domingo, con la carrera de el Gran Premio de Japón a punto de terminar, Jules Bianchi sufrió un grave accidente al estrellarse contra una grúa que recogía el coche de Adrian Sutil. La carrera fue suspendida de inmediato y Bianchi fue operado de urgencia en el hospital de Mie, donde sigue inconsciente con una grave lesión cerebral.
Jueves dos de octubre. Los pilotos llegaban al circuito de Suzuka con la intención de preparar el Gran Premio. Aquel día ya saltaban las alertas de que el tifón Phanfone haría acto de presencia en domingo tarde, hecho que ponía en duda la disputa de la carrera. Un precedente es el Gran Premio de Japón el año 2004, también en el circuito de Suzuka, cuando el sábado la actividad en pista tuvo que ser trasladada al mismo domingo debido a fuertes lluvias.
Otro problema que plantea el Gran Premio de Japón estos últimos años es el horario. Los contratos televisivos con las compañías europeas llevaron a disputarlo a las tres de la tarde para así mantener las audiencias. Un poco justo teniendo en cuenta que a las cinco de la tarde ya empieza a caer el sol.
Vista la preocupación que provocaba el tifón, el viernes directivos de la FIA se reunieron para decidir si se cambiaba el horario de la carrera; si se empezaba la competición dos o tres horas antes, se evitaría el tifón y la carrera podría tomar salida sin peligros. Y sinó, también podía disputarse el mismo sábado. Pero eso ya supondría una queja importante de las televisiones y otros servicios, que ya habían firmado los contratos para la retransmisión con el horario especificado. La carrera tenía que disputarse en la hora acordada porque sino se perdería mucho dinero. No valía la pena cambiar el horario; los coches podrían correr bajo la lluvia.
Día del Gran Premio. Media hora antes, la lluvia empieza a apretar y la salida se tomará bajo la intervención del Coche de Seguridad. Así se puede formar un carril seco evitando cualquier accidente. Pero la lluvia se intensificaba y la carrera debería de ser parada hasta nuevo aviso. Al retomarla, prácticamente dejaba de llover y el Coche de Seguridad rodaría durante 8 vueltas para dar paso a la competición. Era suficientemente seguro para correr y la carrera se iba a disputar con normalidad.
Cuando quedaban menos de veinte vueltas, la lluvia aumentó. Los pilotos intentaban aguantar como podían los neumáticos intermedios para no tener que hacer otra parada y perder tiempo. Pero eso llevaría consecuencias. En la vuelta 40 de las 53 programadas, Adrian Sutil sufría aqua-planning y se estrellaba contra las barreras de protección de la curva número siete. Después del fuerte choque el alemán salía del coche por su propio pie y se protegía tras las barreras. Posteriormente explicaba a los periodistas que su accidente era debido a que la falta de luz le había impedido ver un charco que se había formado en la pista. El piloto de Sauber no lo percibió y pasó por encima, calzando neumáticos intermedios y perdiendo el control del monoplaza a más de 200km/h.
Los comisarios del circuito de Suzuka se pusieron manos a la obra. Mostraron dobles banderas amarillas y, inexplicablemente, el director de carrera Charlie Whiting no dio la orden de que saliese el coche de seguridad. Para colmo, los comisarios expusieron a la pista una grúa para retirar el Sauber de Sutil mientras el alemán lo observaba atentamente desde detrás la muralla de neumáticos. Esta acción tampoco empujó el director de carrera a aplicar el protocolo de coche de seguridad, aun siendo las condiciones de intensa lluvia, poca luz y pilotos calzando neumáticos no adientes.
Es evidente que colocar una grúa en una zona de probable escapatoria, en lluvia intensa y con el cielo oscureciéndose no es buena idea. Y la mala suerte fue para Jules Bianchi, quien también calzaba los neumáticos de la franja verde. En la siguiente vuelta, el francés sufría exactamente el que le pasó a Sutil – según palabras del piloto de Sauber – pero esta vez iría a parar bajo la grúa que trabajaba con el monoplaza que se había accidentado dos minutos antes. Finalmente, Whiting sacaba el coche médico, aplicaba el protocolo del coche de seguridad y una vez valorado el incidente, en el próximo minuto suspendería la carrera, que ya no sería reprendida.
La desinformación reinaba en Suzuka. Por la señal internacional de televisión solamente se veía un coche médico a la vez que los realizadores pinchaban el box de Marussia. Se empezó a intuir qué había pasado cuando Bianchi no aparecía en ningún lugar y todos los integrantes de el equipo Marussia que llevaban auriculares hacían caras de preocupación. El piloto francés no respondía a los mensajes de radio mientras el radar lo mostraba parado en la curva 7.
El resto ya es dominio público. Bianchi lucha por su vida en el hospital de Mie, en las inmediaciones del Circuito de Suzuka. Sufre una grave lesión cerebral debido a la fuerte desaceleración y se considera improbable que pueda recuperar la conciencia. Quizás Bianchi iba demasiado rápido o quizás sería más seguro que calzase neumáticos de lluvia extrema, pero allí no debería haber una grúa en tales condiciones. Seguramente un coche de seguridad debería estar en pista. O más todavía; quizás la carrera no podía estar disputándose en tales condiciones.
Son decisiones que desde casa nadie puede valorar, pero es cierto que situaciones de peligro como la de domingo no deberían darse y los responsables tienen las herramientas necesarias para que esto no pase. En el Gran Premio de Alemania de este año veíamos como dos comisarios cruzaban la pista en plena competición para retirar el coche de, precisamente, Adrian Sutil. Y no fue la única vez. Poner vidas en peligro a cambio de más competición es una actitud que roza la negligencia.
La Fórmula 1 debe hacer un pensamiento sobre cuales son sus intereses. No hay suficiente con hacer coches resistentes a impactos. Hay que asegurarse que los comisarios están perfectamente formados para tener cualquier situación bajo control. Hay que discutir si un montón de contratos pueden poner en peligro veintidós pilotos y centenares de trabajadores del mundo de la Fórmula 1.
Ha habido muchos accidentes graves en la historia de la Fórmula 1. Pero claramente el de Suzuka podría haberse evitado. Hasta que no murió Ayrton Senna no se pusieron las pilas en hacer coches seguros. Esperemos que no debamos lamentar otra pérdida para que pongan más énfasis en la seguridad.
Hasta pasados tres días del accidente de Bianchi, la FIA no ha anunciado que abriría una investigación para aclarar las causas del accidente. Pero nadie ha admitido ninguna responsabilidad.
Mientras, los integrantes de Marussia se preparaban, desolados, para el Gran Premio de Rusia, que se disputaría una semana después de haber perdido su piloto insignia. El que consiguió los primeros puntos de la historia de la escudería. El que tenía un próspero futuro en Ferrari y que tanto sorprendió en categorías inferiores.
Esperemos que el francés salga de esta. El mundo entero anima el joven piloto de Ferrari mientras lucha por su vida. Ánimo, Jules.