Con el anuncio del fichaje de Ocon por Renault, el galo compartirá garaje con Daniel Ricciardo, mediático -y caro- fichaje de la marca francesa en 2019 para relanzar el rendimiento de los franceses llegando así a los puestos que tanto ansían.
Si la temporada 2019 fue intensa en cuánto mercado, esta no ha decepcionado; de nuevo, con la llegada de Spa al calendario – y aún queda Monza- se han materializado al fin rumores que llevaban avecinando todo el verano un regreso de vacaciones bastante movidos en cuanto a pilotos y contratos concierne.
La veda la abrió Red Bull, subiendo a Albon a su escudería insignia en detrimento de Gasly, que conocía su ‘descenso’ horas antes y por cauce telefónico. Pero lo que esta editorial concierne es sobre Renault y su alergia a las relaciones a largo plazo y es que, mirando en contexto, el fichaje de Ocon desplaza a un Hülkenberg que, a mi entender, ha sido buen cumplidor para los galos rindiendo en ocasiones por encima de lo que el coche ofrecía.
El alemán no ha conseguido ningún podio ni victorias para los galos, pero pese a ello, ha levantado el continuo interés de escuderías mas potentes, signo inequívoco de que su rendimiento ha sido por lo menos notable. Con este movimiento Renault deja patente la fragilidad operativa de un proyecto llamado a ganar en 2020 y que ve como el día a día y el paso inexorable del tiempo y las carreras diluye las esperanzas creadas en Enstone.
Para mi, el equipo francés, rehuyendo a ningún compromiso a largo plazo, deja marchar a un piloto que ha dado la cara por ellos en todo momento, que ha demostrado garra y competición y que, salvo sorpresa, viajará de camino a Haas para encontrarse con un equipo que siempre aspira a mucho y acaba en nada, en donde le esperan, créanme, con los brazos abiertos…