La Fórmula 2 deja atrás un fin de semana repleto de acción en el circuito de Barcelona-Catalunya, del cual Lando Norris sale con un reforzado liderato antes de una de las grandes citas del año, es decir, el de Mónaco. Otro de los grandes protagonistas de la jornada de ayer fue el halo, ese elemento situado alrededor de la cabeza de los pilotos que ha sido introducido está temporada para reforzar la seguridad de una de las zonas más vulnerables de los pilotos, su cabeza.
Obviamente, pasó en parte inadvertido. En primer lugar, porque sucedió en la carrera corta de la Fórmula 2 y, en segunda instancia, porque lo protagonizaron Nirei Fukuzumi y Tadasuke Makino, dos de los debutantes de la categoría que no luchaban por posiciones delanteras. Sin embargo, su accidente hizo ver a todo el mundo la eficacia del halo en accidentes particulares y, en los que, de no existir dicho elemento, el desenlace podría haber sido muy distinto con suma facilidad.
El accidente tuvo lugar cuando el piloto de Arden trató de adelantar al de Russian Time y, cuando estuvieron en paralelo, Fukuzumi, que estaba en la zona interior de la curva, perdió el control de la parte trasera de su Fórmula 2, impactando en el lateral de su compatriota. La inercia provocó que el difusor se deslizase por la superficie del halo, siendo este dispositivo el que impidiese que el Arden golpease la cabeza de Makino y no solo eso, sino que, el material del halo no se deformó, siquiera tuvo atisbos de ir a romperse, tan solo se quedó la marca del impacto, destacando la robustez de sus materiales y composición.
Makino y Fukuzumi salieron ilesos del accidente y eso es realmente lo más destacable. Algo a lo que Charlie Whiting, director de carrera de la Fórmula 1, se acoge. Quizás haga los monoplazas notablemente menos estéticos pero, sin lugar a dudas, se trata de algo completamente necesario visto lo visto. Aunque no soy un experto en la materia, sin el halo, el difusor de Fukuzumi hubiese golpeado la cabeza del japonés de Russian Time y lo más probable es que ahora mismo estuviéramos lamentándonos ya que un golpe, con el peso y la inercia de un Fórmula 2 sobre la cabeza de otro piloto provoca, como poco, lesiones graves en un ser humano, sino la muerte.
Es por ello por lo que, un servidor, ha defendido a capa y espada el halo. Quizás el ‘windscreen’ que ha provado la IndyCar en alguna ocasión con vistas a implantarlo en el futuro hubiese sido de utilidad, o quizás no. Lo que está claro es que el halo ha sido eficaz y que, siempre hay que anteponer la seguridad de estos jóvenes valientes que nos hacen levantar del sofá o de las gradas de los circuitos que una mera cuestión de estética o de la ruptura de una supeusta esencia.
En definitiva, el deporte debe seguir actualizándose en materia de seguridad y con el tiempo, seguro que se encuentra la manera de ir haciéndolo más atractivo para la vista, pero por ahora es bueno el halo tal y como es. Y sino, preguntémosle a Tadasuke Makino su opinión sobre el artilugio que le salvó en Barcelona. Apuesto a que ayer le daba absolutamente igual si se trata de un elemento agradable para la vista o no.