El pasado lunes 18 de junio, Volkswagen informó de la detención del presidente de Audi, Rupert Stadler, en relación con el caso dieselgate. Es el primer ejecutivo de alto nivel del grupo Volkswagen en ser detenido por esta causa.
La fiscalía alemana acusa a Stadler de haber cometido delitos de fraude y falsificación de documentos. El escándalo estalló hace tres años cuando la compañía admitió que alrededor de 600.000 vehículos con motor diésel en Estados Unidos contaban con un software para trucar los resultados de las pruebas de emisiones de gases tóxicos. Todos los sospechosos relacionados con el caso están siendo investigados.
Volkswagen acordó la semana pasada con la Fiscalía de Braunschweig una sanción de 1.000 millones de euros por la manipulación de las emisiones. La marca esperaba que esto tuviera un “efecto positivo” sobre los procesos judiciales en los que se encuentra en otros países.
A pesar de eso, la justicia alemana considera que la compañía usó el software para modificar los niveles de emisiones de los motores diésel en 10,7 millones de vehículos entre los años 2007 y 2015.
Tras una reunión de urgencia, Stadler ha sido relegado de su cargo como presidente de Audi y Bram Schol, ejecutivo holandés que era responsable de ventas en el comité ejecutivo, se ha puesto al frente de forma temporal. La empresa ha querido señalar también que respeta la presunción de inocencia de Stadler.
Foto: ITU/R.Farrell