El doble campeón del mundo WRC y múltiple vencedor del Dakar entre otros logros, recibe esta noche el Premio Princesa de Asturias como premio a una impecable carrera en el mundo del motorsport.
Siempre he tenido la sensación que en la ajenidad más anónima uno puede llegar a sentir el calor de un premio y la satisfacción del mismo. Eso es lo que siento con Carlos Sainz, que recibirá esta noche el Premio Princesa de Asturias, premio que habla por si solo de la grandeza del ‘Matador’, adalid absoluto del motorsport en España antes de la irrupción de Fernando Alonso en el panorama internacional.
Carlos, que siempre ha sido de palabra escueta, ha preferido ser docto en sus hechos dejando un palmarés intacto que sigue agrandando a cada año que pasa. Padre orgulloso de un hijo que está a meses de vestir el mono de Ferrari, nos demuestra cada año que la edad es un número cuando el ADN le impulsa a luchar y a buscar cada día, cada hora y cada segundo cualquier ápice de mejora que le pueda ayudar a seguir ganando.
No hace falta ser un gran adepto al deporte para admirar la figura de Sainz, un apellido ya eternamente ligado a la historia de los rallyes, tanto por los grandes momentos como los de mala fortuna, que de bien seguro contribuyeron a construir la leyenda que hoy se premia y se admira – me atrevería a decir en todo el mundo-. Un espíritu luchador y perseverante que obtiene, al fin, un reconocimiento nacional que no es más que el broche dorado a una carrera inmaculada.
Hoy será, la culminación de un proyecto deportivo que ha llevado la marca España por todos los confines competitivos del planeta y que ha enarbolado con orgullo, que nuestro deporte no conoce ni de límites ni de fronteras.
Merecido premio para Carlos Sainz y el agradecimiento sincero por tal carrera de este que les escribe.