OPINIÓN. El mundial de motociclismo, poco a poco, va adquiriendo una fuerza atroz en los planes de todos aquellos que aman el deporte. El motociclismo, cada día más, es una opción para los espectadores y consumidores del motor.

Esto conlleva que el propio deporte sea cada día más exigente consigo mismo. Y este es el caso de los equipos de primera división, los que compiten en la categoría reina. Sobretodo nos vienen a la cabeza dos equipos concretos: Honda y Ducati.

En primer lugar, actualmente Honda es el equipo de MotoGP. Con un brutal piloto a los mandos de la 93, el equipo del ala dorada se posiciona como uno de los equipos más punteros y con más mundiales (tanto de pilotos como de marca) en el bolsillo. A demás, hemos de tener en cuenta el reciente fichaje de la fábrica japonesa; el tres veces campeón del mundo de MotoGP, Jorge Lorenzo. Un Jorge Lorenzo que, después de dos años en Ducati, decide dar el paso.

Pero la trayectoria de Lorenzo en Ducati no ha sido nada fácil. Nada de nada. Para él, el primer año en la marca italiana fue una adaptación a la Desmocedici. Una moto muy complicada que, por cierto, solo un hombre con el dorsal 27 ha sido capaz de llevar a lo más alto durante la temporada 2007. Todavía podemos recordar la sensación del paddock cuando Lorenzo anunció, en Jerez, su nuevo reto. Sensaciones que, por cierto, en parte no eran buenas.

Valentino Rossi llegó a Ducati con la esperanza de cambiar la escudería. Llegó a Ducati con la esperanza de proclamarse campeón del mundo a los lomos de una escudería italiana. Y, evidentemente, fue algo que ilusionó mucho a toda la afición italiana. Incluso la propia escudería, que por fin pudo contar con la leyenda activa de Rossi.

Pero la cosa no fue precisamente bien. Hay una gran diferencia entre ambos eternos, aunque respetuosos, rivales: Jorge Lorenzo ha sido capaz de ganar carreras, en plural, con la Ducati. Valentino Rossi solo pudo subir al podio en una ocasión: Le Mans, 2011, con un tercer puesto y con las condiciones de lluvia sobre el asfalto.

Es decir, después de pedir reiteradamente una pieza nueva para su moto, Jorge Lorenzo ha salido victorioso de dos carreras: Mugello y Catalunya; donde también, en Montmeló, había hecho pole. Y todo esto sin, todavía, haber finalizado la temporada. Algo que Il Dotore nunca consiguió a los lomos de la Ducati.

En la Era Ducati, cuando el amor imposible entre Rossi y la marca empezaba a ser evidente, la escudería italiana no exigía las mismas condiciones que hace ahora con Lorenzo. Ducati no exigió, de manera tajante y pública, que Rossi se proclamara campeón del mundo con la montura roja. Ni tampoco declaraba, de manera tan contundente y dura, el «cansancio» de ver como un piloto empezaba a ganar carreras y a estar en los puestos de cabeza después que el equipo le diera lo que estaba pidiendo.

Me inquieta mucho entender por qué a Dovizioso no se le ordena, de la misma manera, que se proclame campeón del mundo cuando es el actual subcampeón. Me inquieta mucho querer entender por qué Rossi, con menos resultados, no tenia ni la mitad de reproches que Jorge debe soportar. Me inquieta mucho querer entender la necesidad de no querer empatizar con un piloto que está sumando puntos a la marca.

Jorge Lorenzo está consiguiendo con la Ducati lo que Valentino Rossi no llegó a conseguir nunca. Jorge Lorenzo está consiguiendo reinventar la escudería italiana; algo por lo que nadie apostaba. El papel de Ducati no está siendo justo con uno de los mejores pilotos que han pasado por sus filas. Y después de demostrar que Lorenzo es campeón por alguna razón, el lamento será irreversible cuando el mallorquín se proclame, algún día, campeón del mundo de MotoGP junto a Honda.