La capital de España, Madrid, se encuentra con dificultades para asegurar la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 previsto para 2026.
A pesar del interés y los esfuerzos de las autoridades locales, el proyecto enfrenta importantes desafíos debido a la falta de inversores privados dispuestos a asumir los riesgos financieros. Esta situación se ha convertido en una barrera significativa para avanzar en los planes de celebrar una carrera en un circuito urbano en los alrededores de IFEMA.
Engracia Hidalgo, responsable del Área de Gobierno de Economía, Innovación y Hacienda del consistorio madrileño, ha reconocido que “no se han encontrado socios cualificados en condiciones de asumir las estrictas exigencias”. Según Hidalgo, el contrato de gestión incluye muchas cláusulas adicionales que han dificultado encontrar una empresa que quiera asumir el riesgo inicial. Esto ha llevado al ayuntamiento a optar por “delimitar las prestaciones necesarias para albergar el Gran Premio”.
A pesar de estas dificultades, Hidalgo ha asegurado que la prueba generará “un impacto económico importante” y será rentable para IFEMA. Esto se debe, en parte, al hecho de que la carrera tendrá lugar durante un período de baja actividad ferial, y los beneficios previstos de otras actividades de IFEMA compensarán las posibles pérdidas iniciales.
Una situación previsible
La dificultad para encontrar inversores no es sorprendente. Organizar un Gran Premio de Fórmula 1 requiere una inversión inicial significativa, con costos que incluyen la construcción o adaptación de un circuito, la logística, y las tarifas exigidas por la Fórmula 1. Además, la rentabilidad a corto plazo no siempre está garantizada, aumentando así el riesgo para los inversores.
Esta situación es similar a la que se vivió en Valencia con su circuito de Fórmula 1. Inaugurado en 2008, el Circuito Urbano de Valencia acogió el Gran Premio de Europa durante cinco años. Sin embargo, la ciudad y la región enfrentaron dificultades financieras significativas debido a los altos costos de mantenimiento y la falta de retorno económico esperado. Finalmente, el evento se canceló después de 2012, dejando una deuda considerable y un circuito en desuso.
El caso de Valencia sirve como advertencia para Madrid. A pesar del entusiasmo inicial y la inversión, los problemas financieros y la falta de sostenibilidad económica llevaron al fracaso del proyecto. En Valencia, el evento no consiguió atraer la cantidad esperada de turistas y aficionados, resultando en ingresos insuficientes para justificar los gastos.
Madrid podría estar en camino de enfrentar desafíos similares. La falta de inversores dispuestos a asumir el riesgo podría ser un indicio de las dificultades económicas que vendrán. Además, si no se asegura una fuente de financiación sólida y un plan de negocio sostenible, Madrid podría encontrarse en una situación precaria, similar a la de Valencia.