Tras un fin de semana bastante espectacular y ameno para el aficionado, han quedado ciertos flecos a resolver sobre la seguridad y el comportamiento de los neumáticos.

De Stroll a Verstappen, una decisión sin gran sentido

Corrían más de 40 giros por las calles de Bakú cuando Stroll notaba un reventón en la zona trasera del vehículo, lo que le hacía perder el control a 300km/h impactando contra el muro de la recta principal. Lo que parecía un error de pilotaje se convertía en un fallo estructural del compuesto C3 de Pirelli.

El canadiense, que había partido desde la 19ª plaza, aún no había parado en boxes, con lo que estaba llevando a la goma más dura del fin de semana hasta su resistencia más límite. Pero eso no justifica que las cortezas de la goma, así como sus consiguientes capas provocaran un reventón que eventualmente dañara al piloto, o le hiciera temer por su seguridad.

Un SC tardío y sin respuesta clara

Tras el impacto de Stroll, vivimos unos minutos de incertidumbre en los que solo reinaba una bandera amarilla en el tercer sector, que , a mi parecer, parecía insuficiente para detener una situación de peligro manifiesto, con el monoplaza destrozado en plena recta y todos los restos esparcidos por el asfalto.

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Pero no solo eso, si no que la FIA no alcanzaba a ver, o quizás no quería ver, que los neumáticos habían sido llevados al límite por los equipos, y que quizás era mejor idea buscar la fórmula de parar la carrera antes de que hubiera una sangría de reventones y abandonos.

Verstappen, el mayor perjudicado de la falta de reacción.

El líder por el momento de la carrera – y del mundial- Max Verstappen, que había liderado con mano de hierro dos tercios de la cita, veía como su neumático trasero izquierdo decía basta en plena recta, desembocando en un desenlace fatal parecido al de Stroll. El resultado no podía ser más desolador, ya que el 0 del holandés dejaba a Hamilton líder del mundial – aunque luego este fuera por otros derroteros-…

La bandera roja, necesaria para limpiar la pista y para que los pilotos pudieran cambiar sus gomas, minimizando el riesgo de seguir la vorágine de reventones, dejó a Max como cabeza de turco de la FIA, que se quiso redimir inventándose una carrera al sprint de dos vueltas que fue el deleite de los espectadores.

Pero, mi pregunta es: ¿se ha cruzado una delgada línea al anteponer espectáculo a seguridad?